Habrá que empezar a incluir en nuestras agendas el tiempo dedicado a no hacer nada. Así lo aconsejan expertos psicólogos que encuentran en el aburrimiento una sana manera de estimular aquella parte neuronal que no trabaja cuando estamos focalizados en alguna actividad.
Concretamente, la conocida coach Patricia Ramírez recomienda aburrirse, al menos, diez minutos al día, en los que sentarse en un sillón y relajar el cerebro. Igualmente la psicóloga recomienda huir de la sobreestimulación, especialmente la derivada de dispositivos tecnológicos, realizar actividades relajantes como meditar o pasear y hacer aquello que nos permita encontrar ese estado de tranquilidad.
Se ha comprobado que alejarse de la sobreactividad y permitirse momentos de calma ayuda a resolver las situaciones cotidianas con mayor eficacia y a generar emociones positivas que contribuyen a nuestro bienestar. Sin embargo, en la sociedad de hoy en día, donde se busca siempre la máxima productividad, tendemos a considerar a las personas que siempre van con prisa y estresadas modelos de éxito, cuando ya se ha comprobado que el cerebro en modo multitarea impide disfrutar del presente, además de generar sentimientos negativos y afectar al rendimiento.
Desde hace ya más de una década, se empezó a acuñar el término de ‘síndrome de la vida ocupada’ que, sin ser un diagnóstico patológico, hacía referencia a ese conjunto de síntomas que revelan la necesidad de algunas personas de estar permanentemente activadas. Esto pasó factura en el periodo de confinamiento y les sigue ocurriendo a muchas personas que se enfrentan a la jubilación, pues el cese brusco de la actividad les provoca angustia y pueden llegar, incluso, a padecer una depresión.
El no querer parar se da tanto a nivel profesional como en el tiempo de ocio, especialmente tras la influencia de las redes sociales, donde se exhibe continuamente lo que hacen los demás: viajes, excursiones, actividades culturales… etc. El uso del móvil a este respecto es determinante para estar permanentemente informados de lo que ocurre a nuestro alrededor y sentir que nosotros, en cambio, estamos perdiendo el tiempo.
Otro psicólogo, Rafael San Román, insiste en que “debemos de tener como aliados al descanso y al prestigio de ‘no hacer’”. Además, invita a reflexionar sobre «qué es lo peor que puede pasar si no hago tantas cosas» o «no sentirnos culpables por no habernos apuntado a todo». Señala como conclusión la importancia de ser autocrítico y de permitirse parar.